Albert Rabenstein

Y el poder del sonido

Un milenario masaje musical-Albert Rabenstein lo intuyó desde siempre: el sonido puede sanar. Hoy fabrica sus propios cuencos y no solo armoniza su entorno y sana a través de ellos: también trabaja para elevar la vibración planetaria.

La historia de Albert Rabenstein es de esas que pueden comenzar con un "desde que era chico...", y continuar sin sobresaltos, como si un invisible hilo conductor fuera uniendo armoniosamente las palabras, los momentos, las etapas. Hijo de un empresario metalúrgico, y una pianista, Albert creció "entre sonidos y metales" .Siempre cantando en algún coro y trabajando en tareas técnicas. Cuando terminé el secundario, empecé a estudiar Ingeniería, y seguí durante seis años, pero nunca me recibí"-- Aunque ya formaba parte de la empresa de su padre, se puso a estudiar Medicina China, dígito puntura, y a incursionar en otros saberos ancestrales..." Trataba de relacionar cada disciplina con mis intuiciones sobre el sonido. Sentía que ahí estaba lo mío".Una inexplicable certeza lo acompañaba desde siempre: El sonido puede sanar.

Lo había comprobado ya en su infancia: cada vez que le dolía la cabeza, Albert le pedía a su madre que pusiera el disco con la versión de un aria de Bach interpretada por el trompetista Maurice André. Así se le pasaba el malestar. "Me faltaba conocer los motivos, pero yo experimentaba, y obtenía resultados. Después, cuando comencé a dirigir coros, noté que la vibración del sonido tenía efectos sobre todas las personas, no solo sobre mí. La gente se acercaba al final de las clases para contarme que sentía cambios a nivel físico o emocional... Cuando llegué me dolía tal cosa, y ahora ya no, me decían, o estaba nervioso y se me pasó"

Entonces, se puso a investigar con más ahínco. Estudió las campanas tubulares: "Descubrí que cuando estaban afinadas producían relajación, en cambio si estaban desafinadas provocaban desequilibrio en quien oía". En esa época, vio por primera vez, un cuenco tibetano.

"Fue hace 14 años. Un hombre se lo estaba enseñando a otro, en una feria. Frotaba su borde produciendo un hermoso sonido. Cuando me enteré de que ese objeto no se podía conseguir aquí, y que solo los tibetanos lo fabricaban, pensé: yo tengo que hacer uno"

Ese día supo para qué había adquirido tantos conocimientos de Matemáticas y Física en la facultad. Contaba también con las herramientas y los materiales necesarios en la empresa de su padre. Trabajó y trabajó hasta lograr el equilibrio perfecto en la aleación de metales y fabricó un cuenco. Y dos, y tres. "Tenía casi 30 cuencos cuando me di cuenta de que aún no los había probado en profundidad, no había experimentado con sus sonidos" recuerda.-Comenzó a hacerlo. Y en cuatro años se convirtió en experto: había logrado estandarizar su producción. ¿Por qué le llevó tanto tiempo? ¿Cuál es el misterio de estas campanas? "lo que tienen de particular es justamente su sonido armónico" explica Albert.

Todo lo que existe en la Naturaleza guarda ciertas proporciones. Es la Proporción Divina, el orden interno y externo; es lo que dibujó Da Vinci y lo que calculó Pitágoras. Se trata de relaciones constantes, que estructuran y mantienen el equilibrio universal. Nada menos. Claro, en el sonido también se presentan: "De un sonido básico, fundamental, se desprenden sonidos medios y altos, que guardan relación armónica con el primero", aclara Albert, y se entusiasma cuando amplía: La última nave Voyager que viajó, hizo una grabación. de la vibración del espacio exterior- Así se descubrió que esta coincide con la de los cuencos". ¿Pero porqué es sanador el sonido? ¿Qué es lo que provoca en nuestros cuerpos, en nuestras mentes? "Cuando una persona percibe sonidos de esta índole, se equilibra, porque las vibraciones audibles tienen la propiedad de alterar la materia: si son armónicos, la ordenan. Si son inarmónicas....Pasa lo que pasa cuando estamos horas encerrados en una oficina, o en medio del barullo urbano: nos sentimos molestos, con dolor de cabeza, contractura de espalda, mal humor", dice el terapeuta.

Lo que hacen los cuencos, o los sonidos armónicos en general, es ayudarnos a liberarnos de estos bloqueos, y a recuperar nuestro ritmo. Esto siempre tiene una traducción en el plano físico, puede ser respiratorio, digestivo o mental.

En las armonizaciones grupales, audiencias inmensas se quedan absortas. Y después las personas se me acercan para agradecerme... Es que el sonido te lleva amorosamente a encontrarte con tu interior, sin agresividad. Es el poder de lo simple, supongo", reflexiona Albert, y se emociona cuando cuenta, que los cuencos lo acercaron a experiencias verdaderamente grandes, como cuando Deepak Chopra lo invitó a abrir su presentación: Albert toco para 4000 personas.

Cuando habla de su trabajo como mediador entre el poder del sonido y la gente que se le acerca, uno sospecha que ha visto milagros. Hay personas que cambiaron actitudes de vida...Al poder relajarse y conectarse consigo mismas. Y de esta forma también viven grandes mejoras a nivel físico, porque el equilibrio interno se manifiesta afuera.

"El cuenco no es todo": es un vehículo. Puede hacer bien o mal, según como se use. Con el mismo cuenco podes lograr que una persona se relaje, o que salga corriendo aterrada...Por eso, así como hay horas de vuelo que deben superar los aviadores para ir creciendo en su profesión, aquí hay horas de vueltas: quien quiere aplicar sonido sobre los otros, primero debe hacerlo sobre sí mismo durante mucho tiempo".

Otras rutas sonoras

Además de los cuencos tibetanos, también llamados cántaros y cuencos cantores, que se tocan frotando su borde con una baqueta de madera, hay otros instrumentos que sirven de medio para las vibraciones sonoras.---Ellos son Diapasones, Didjeridoo o Campanas tubulares.

La voz: Un instrumento en el cuerpo. A la gente en general no le gusta su voz, se escucha diferente cuando oye una grabación, no se reconoce "Dice Albert Rabenstein. La voz sale por el chakra laríngeo, que es el de la comunicación, la creatividad. Nuestra garganta dice mucho de nosotros mismos.

La vibración del amor: El objetivo de Albert, y de otros sonadores, que trabajan como el, no es solo generar armonización, sino también aumentar la vibración planetaria. Uno puede elegir percibiendo. Y lo mismo pasa con los cuencos; Cuando preguntan como elegir uno para sí, es muy simple, no hay que hacerlo desde la cabeza, sino desde el cuerpo, asegura el especialista.

Para finalizar agradecemos a Albert Rabenstein, por su gentileza, y les informamos que mayor información sobre este interesante tema, los lectores podrán encontrarlo en la página de Internet http://www.tibet.com.ar/Terapia/

Eva Barbara Schmidt
evaschmidt@speedy.com.ar
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