Rodolfo Funke

Protector y benefactor

"La riqueza no consiste en la acumulación de bienes, sino en el uso que se sabe hacer de ellos."

Primera parte

El próximo 9 de junio de 2004, se cumplirán sesenta y seis años del fallecimiento de Rudolf Funke, estanciero de Sierra de la Ventana.

Quizás su nombre, aún hoy día, sea desconocido para muchas personas, pero todos aquellos alemanes y sus descendientes, que como yo una vez tuvieron la oportunidad de ser huéspedes del Hogar Funke por tres semanas, no olvidarán el nombre de su protector y benefactor.

Ellos podían pasear sin preocupaciones por el hermoso parque, con vista hacia la Sierra de la Ventana, y disfrutar, en compañía de otros paisanos y amigos alemanes, de muy buena comida y excelente atención.

Todos los que hemos hojeado el libro de huéspedes del hogar, nos detuvimos en leer escritos que expresaban el agradecimiento de muchos visitantes.

Las expresiones espontáneas de los huéspedes, muchas veces formuladas en forma de rima, expresaban la alegría de aquellas personas que nunca hubieran podido tener acceso a vacaciones, y por eso ensalzaban al benefactor de distintas maneras.

Rudolf Funke vivió en la Argentina desde 1877 y hacia fines de siglo se estableció en las cercanías de Sierra de la Ventana para dedicarse a la agricultura.

A través de una administración prudente logró ampliar sus propiedades, mediante la compra de más tierras. Su creciente prosperidad no lo encegueció y le permitió ver la otra cara de la moneda de estas "décadas de oro" del rasante desarrollo argentino: el vio que dentro de la colonia alemana, al lado de los exitosos había algunos a los que les costaba mucho progresar o que en la enfermedad y en la vejez conocieron la pobreza.

Por eso, ya en 1916 Rudolf Funke empezó a madurar la idea de una fundación para ayudar a aquellas personas a las cuales la suerte les había sido adversa. Con la ayuda de su abogado y los consejos de muchos amigos su proyecto empezó a tomar forma.

Residencia de vacaciones para necesitados

Después del fallecimiento de Funke todos sus bienes debían pasar a una fundación de beneficencia que llevaría su nombre. Para la disposición testamentaria se debieron establecer reglamentos para proteger a la obra de avatares, tanto políticos como económicos

La idea básica de la Fundación Funke fue que los ingresos generados por la "Estancia Cerro Naposta Grande" debían garantizar el funcionamiento de una residencia de vacaciones para familias necesitadas de origen alemán. Los huéspedes debían ser alojados en la residencia de la estancia. ¡Cuán noble gesto!

Como organismo de vigilancia se nombró un consejo de administración integrado por representantes de instituciones alemanas. La intención del donante era que estas instituciones, a través de representantes responsables, garantizaran el fiel cumplimiento del testamento.

Lugar de peregrinación de la colonia alemana

Este edificio, me refiero a la residencia para huéspedes de la estancia, por disposición testamentaria, se convirtió en albergue de vacaciones para personas de origen alemán, inaugurándose el 16 de noviembre de 1940.-.

En la fiesta de inauguración, según se lee en el libro de huéspedes, estuvieron presentes destacadas personalidades de la colonia alemana. Entre ellos el embajador alemán Barón von Thermann, la sobrina favorita de Rudolf Funke, Elizabeth Reinke, el príncipe zu Schaumburg-Lippe, Ernst Meuer, el Dr. Max Neve, Wilhelm Lohrmann, el pastor Rudolf Obermüller, Ludwig Freude, A. Hermann del Banco Alemán y otros.

Pronto se divulgó la existencia de semejante institución, ubicada en el sur de la provincia de Buenos Aires. La estadía gratuita era algo único y contribuyó a que, con los años, el Hogar Funke se convirtiera en un símbolo de asistencia social para la colonia alemana.

Los huéspedes eran alojados y alimentados en forma totalmente gratuita durante tres semanas. Como única contraprestación se les pedía, de ser posible, dos horas de trabajo durante la mañana. Las mujeres ayudaban en la cocina, en el patio y en los cuartos. Los hombres trabajaban en el jardín o hacían pequeños arreglos. A continuación se les ofrecía un vaso de leche del tambo.

Los huéspedes con habilidades para distintos trabajos a veces permanecían durante varias semanas, sobre todo en el invierno, para podar árboles frutales, plantar verdura, cuidar a las abejas o para realizar trabajos de carpintería y albañilería.

Cada semana un tercio de los visitantes se retiraba a sus casas y el ómnibus del hogar buscaba un grupo nuevo en la estación Tornquist. De esta manera el recambio de huéspedes tenía lugar sin ningún obstáculo. Los recién llegados eran informados por los que ya estaban, sobre las costumbres del hogar.

En esos años se realizaron varias mejoras edilicias y también se construyó un nuevo pabellón, bautizado por los huéspedes "Pabellón Sheraton", por los adelantos que día a día ofrece la tecnología. Con estas reformas el hogar alcanzó una capacidad de más de cincuenta camas. Además de comida abundante los huéspedes tienen a su disposición una biblioteca con 1500 ejemplares, una sala de lectura con diarios y revistas, un equipo de stereo con una importante colección de discos, oportunidad para practicar deportes y juegos como ping-pong, cricket, bolos y bochas. Se pueden realizar paseos por el hermoso parque de 40 ha., por la montaña o bañarse en el arroyo. Todo esto, y desde un principio, solo era posible por el funcionamiento de la estancia. El hogar, en los primeros tiempos estaba abierto durante once meses al año, y siempre muy concurrido.

Gracias a la bibliografía que me facilitó Anni Krieger, integrante del Circulo de Amigos, pude enterarme varias cosas de la vida de Rudolf Funke., y Uds. las podrán conocer en la segunda parte de esta nota.

Segunda y última parte

En su corazón siempre mantuvo la nacionalidad alemana

Desde el nacimiento de Rudolf Funke transcurrieron 152 años de historia argentina y alemana, pero también 152 años de idiosincrasia alemana en la Argentina.

La vida de personalidades destacadas está íntimamente ligada al desarrollo de su círculo de influencia y de su país, sobre todo cuando se trata de personas con una sensibilidad social muy desarrollada. Rudolf Funke se hizo ciudadano argentino, pero en su corazón siempre mantuvo la nacionalidad alemana. La decisión de la fundación del hogar recién maduró con los años, cuando ya hacía un tiempo que vivía en su estancia favorita. Hasta ese momento su vida transcurría como la de muchos jóvenes europeos, que osaron cruzar el Atlántico con mucho dinero y buenas recomendaciones, para probar suerte en América del Sur. Era hijo de un poderoso terrateniente y estaba doctorado en química. Aquí estaban dadas las buenas condiciones para su progreso. La lana de su criadero de ovejas en el sur se vendía muy bien en Europa y además en esos años Argentina comenzó a exportar carne congelada y granos.

Gracias a que fue recomendado a Ernesto Tornquist, un poderoso financista, en un principio Rudolf Funke pudo dedicarse a la industria y al comercio. La siguiente anécdota muestra que era valiente y de espíritu aventurero: En 1878 realizó solo una cabalgata a Sierra de la Ventana, en aquella época esa región todavía estaba dominada por los indios. Aquí lo alcanzó un chasqui enviado por el comandante de Bahía Blanca con la advertencia "alemancito apúrese, que vienen los indios". Desde ese momento siempre se sintió atraído por la montaña.

Funke ya se había decidido por la agricultura, animado por estancieros amigos. El recuerdo de la cabalgata solitaria y una invitación de la familia Tornquist, finalmente lo llevaron a comprar tierras en Sierra de la Ventana. Además administró durante varios años estancias y un almacén de la familia Tornquist.

En 1905 construyó la residencia de la estancia Cerro Naposta Grande y la convirtió en el centro de su vida social. En los años siguientes compró varias tierras aledañas.

Demostró que con energía y premeditación se puede progresar. A estas cualidades se sumó otra que no le trajo ganancias, pero que le trajo reconocimiento en el ámbito social: sabía tratar con la gente y comprender sus problemas. Se dice que durante la primera guerra mundial le brindó apoyo a todos los alemanes que le pedían ayuda, dándoles trabajo en su estancia y permitiéndoles permanecer una semana en la misma.

Para la ciudad de Tornquist, cuando fue recién fundada, realizó varias donaciones. Hizo construir un cine, una casa para la "Sociedad Germánica" y dos escuelas, pagando el sueldo de sus maestros.

Peregrino incansable

En 1892 Rudolf Funke emprendió una cabalgata con una tropilla. Fue bordeando la cordillera de los Andes hacia el sur y luego llegó hasta Comodoro Rivadavia.

En ese viaje conoció y aprendió a valorar el trabajo desinteresado que realizaban los salesianos en el sur del país. Con 70 años viajó a Moscú y Leningrado para conocer al comunismo en Rusia.

Todos los años se sentía atraído por su residencia rural a orillas del lago Tegern en Baviera, donde pasaba el verano rodeado por parientes y amigos. También fue cónsul general argentino en Munich. Por su relación con artistas y pintores se convirtió en su mecenas y compró varios cuadros que legó, por testamento, al Club Alemán en Buenos Aires.

Sus últimas vacaciones en Alemania, en 1934, se vieron ensombrecidas por un golpe de estado, cuya brutalidad conmovió tanto al hombre de 82 años, que en el viaje de regreso se enfermó. Cuatro años más tarde, en 1938, lo sorprendió la muerte. De esta manera no sufrió por la segunda guerra mundial, ni por el derrumbe de su patria.

Él, para quien la dignidad humana era muy importante y cuya vida alcanzó, a través de su fundación, un punto culminante, seguramente se hubiera sentido muy afectado por acontecimientos tan terribles.

Han pasado sesenta y seis años y la fundación Funke ya ha hecho historia. Han pasado distintos consejos de administración y administradores. En el hogar se han hecho reformas y ampliaciones. Durante muchos años recibió huéspedes en forma continua. Aquí era como si el tiempo se hubiera detenido.

Las condiciones comenzaron a cambiar y la fundación tuvo dificultades. En estas circunstancias se formó, entre varios huéspedes, un círculo de amigos y, con autorización del consejo de administración, organizaron la actividad del hogar durante los meses de verano. El resultado fue exitoso porque año tras año la concurrencia de huéspedes volvió a incrementarse. "Debes ganarte lo que heredaste de tus mayores, para poder poseerlo". Estas palabras de Goethe son apropiadas para finalizar un relato sobre la vida y la obra de Rudolf Funke.

Todos nosotros, los alemanes y sus descendientes, el consejo de administración, el círculo de amigos y los admiradores de este hombre y su obra ejemplar, debiéramos poner lo mejor de nuestra parte, para mantener esta herencia, para beneficio y provecho de las generaciones futuras.

Para finalizar, quisiera agradecer al Circulo de Amigos de la Fundación Rodolfo Funke, en la persona de Herma Surany, por todo el apoyo que me brindó para la elaboración de esta nota, como así también a Anni Krieger, como ya mencioné en la entrega anterior, por la bibliografía sobre la vida de Rodolfo Funke, que me facilitara para concretar mi objetivo, que es dar a conocer a los lectores del Diario La Unión, sobre todo a los seguidores de mis notas, tan valorada obra para nosotros los alemanes.-

Eva Barbara Schmidt
evaschmidt@speedy.com.ar
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